lunes, 21 de mayo de 2012

Cerveza sí, reivindicación no

Tengo un grupo de amigas que están rodando un documental -Stop! Rodando el cambio- sobre decrecimiento, y el pasado jueves 17 de mayo hicieron una presentación del tráiler para conseguir algunos fondos que les ayuden a financiar el documental. El decrecimiento goza de diferentes teorías y formas de ejecutarlo, así como de multitud de niveles en los que se encuentran sus adeptos para llevar a cabo "otra forma de vida".


Desde transportarse en bicicleta hasta irse a vivir a una aldea construida por las propias personas involucradas, pasando por rehabitar pueblos abandonados o formar grupos de consumo -de alimentos ecológicos- dentro de las ciudades. Las formas de llevar a cabo el decrecimiento y el grado en que tomarse estos nuevos estilos de vida están abiertos a la conciencia de cada uno, y el documental pretende recorrer estas diferentes interpretaciones para demostrar que otra forma de vivir es posible.


Después del visionado del traíler que hicieron el jueves, con posteriores representación de títeres y jam session, decidieron ir a dar una vuelta por los alrededores del madrileño barrio de 4 Caminos, sin reparar en que el grupo que habían constituido superaba la decena de personas.


Así pues, pasó lo que en Madrid había de pasar: un grupo de personas se reúnen en una plaza y la  aparición de la policía no se hace esperar. Los agentes venían, a causa de una supuesta llamada de un vecino, a comprobar que todo estuviera en orden y que no se produjesen altercados. Preguntaron a los jóvenes -de edades comprendidas entre los 22 y los 28 años- cuál era el motivo por el que estaban allí, y ellos respondieron que no había ningún motivo especial: estaban charlando tranquilamente en un lugar cercano a sus casas, ante lo que un policía preguntó: "¿pero estáis reivindicando algo?". La respuesta fue negativa, y los agentes se marcharon.

Es en este punto donde se encuentra la reflexión: ¿no pasa nada por estar tomando una cerveza en la calle, cuando esta forma de "botellón" hasta hace poco tiempo estaba absolutamente demonizada, pero sí por estar reivindicando algún derecho que se ha visto recortado por los "ajustes" del Gobierno? ¿Hasta dónde llega la histeria colectiva que criminaliza a los jóvenes por reclamar un Estado de Bienestar efectivo? ¿Dónde se encuentra el límite de la libertad de reunión?

Sin lugar a dudas, estamos viviendo el momento justo para analizar nuestro Sistema y las partes en que su incorrección se hace más evidente, y no hay nada más enriquecedor para empezar a mejorarlo que el debate, el diálogo entre aquellos que se supone han de marcar los pasos de la Historia y escribir su propio futuro. Sin embargo, algo habrá de oscuro en este sistema desigualitario que nos han impuesto para que la simple reunión de una docena de jóvenes llame la atención de las fuerzas del orden. ¿Qué hubiese pasado si este grupo de veinteañeros hubiese estado reivindicando algo o debatiendo sobre política? ¿La policía se habría marchado de la misma forma, o les habría tratado como individuos subversivos, clandestinos y organizados?

Habremos de quedarnos con la incógnita de lo que podría haber pasado, pero al menos tenemos la certeza de que mucho miedo han de tener las elites que nos gobiernan para que la policía acuda a supervisar una inocua reunión de amigos. La palabra clave es esa: miedo. Ellos juegan con nuestro miedo a perderlo todo para recortar derechos básicos, para elevar impuestos desigualmente, para inyectar dinero público a bancos privados, para amnistiar al corrupto y para criminalizar al disconforme. Ellos juegan con nuestro miedo, pero también tienen su propio miedo: miedo a perder poder, a que se debilite su estatus, miedo del hartazgo social y, especialmente, miedo de una unión del 99%. 

Y una cosa es segura: asusta más el miedo a perder el poder de quienes lo ostentan, que el miedo a perderlo todo de quienes no tienen nada.

jueves, 17 de mayo de 2012

Dios ahoga, y siempre al mismo

Los mercados se agitan señalando a España, las cifras del paro siguen disparadas, los recortes se multiplican, los impuestos se incrementan, los servicios sociales se desmoronan, los derechos sociales se dilapidan, la crítica constructiva se criminaliza, la corrupción se legitima y la sociedad se asfixia. Suena agorero, pero es la realidad Española: nuestro presidente del Gobierno, aquel endiosado que en noviembre se erigía como salvador de la patria, desdice la creencia de que Dios aprieta pero no ahoga. Dios ahoga, y siempre al mismo.


Hoy he leído en El País: "Los intereses de la deuda pública tocaron ayer niveles de derribo en parte por Grecia, pero en parte porque nadie se fía de las cuentas de los bancos". Tenemos que vivir en un mundo de muy locos para aceptar como válida la explicación de que "nadie se fía de las cuentas de los bancos" cuando la economía nacional está en peligro, especialmente porque el depositario, el cliente de la banca comercial y principal agente involucrado en ella, lleva años sin fiarse de los que "custodian" su dinero. 

En estos momentos la gran preocupación de la banca española y su motor desestabilizador es Bankia. Sin ir más lejos, se ha desplomado en Bolsa un 28% en lo que va de día, lo que significa que ahora vale un 70% menos que cuando comenzó a cotizar en julio de 2011. Hace 10 meses las acciones de Bankia tenían un valor de 3,75 euros, hoy ese valor no llega a los 1,2 euros. La pregunta es: ¿quién ha perdido dinero con este desplome?


El señor Rodrigo Rato, ex ministro de Economía en el Gobierno de Aznar, elegido a dedo por Mariano Rajoy para dirigir Caja Madrid, cerró su actividad en 2011 cobrando 2,34 millones de euros. Ahora, después de haber dejado a la entidad en una situación muy difícil, con un descenso del 70% del valor de las acciones, ha recibido una oferta de Bankia de 1,2 millones de euros para que no entre a formar parte de otra entidad. Pocas veces fue tan recompensada una mala praxis.


Si la cabeza pensante de la entidad y supuesto responsable de la catastrófica situación en la que Bankia se encuentra resulta beneficiado, ¿quién es, por tanto, el que pierde con Bankia? La respuesta es sencilla: los mismos de siempre. Para su salida a Bolsa, la entidad realizó una oferta pública de suscripción que atrajo a cerca de 400.000 pequeños inversores, la mayoría de los cuales eran clientes de Bankia. Es decir, que varios cientos de miles de personas que tenían ahorros en Bankia decidieron invertir en una firma que además de cobrarles comisiones por el mantenimiento de sus cuentas, ha hecho que pierdan parte de su dinero y, para más inri, han tenido que avalarlo de forma indirecta -en forma de impuestos que han ido a parar a la inyección pública para salvar a Bankia-, todo esto mientras la entidad es responsable de más del 80% de los desahucios que se producen en Madrid.


Dios ahoga, pero siempre al mismo. Quien realmente está pagando el pato de Bankia son pequeños ahorradores que decidieron invertir su dinero, dinero que se ha visto minado por la bajada de valor de sus acciones. Al mismo tiempo, se instaura el repago sanitario, se incrementan las tasas universitarias, se reduce el número de profesores en institutos y se aumenta el número de alumnos por clase, se reducen los presupuestos para Cultura, se suben los impuestos de los trabajadores y pensionistas y se realiza una amnistía fiscal para que gran parte del dinero recaudado (o recortado) vaya a parar a la entidad con mayor número de activos tóxicos (31.799 millones de euros en activos tóxicos, cifra que equivale al recortazo de Rajoy). ¿Y qué es lo que hace José Ignacio Goirigolzarri, actual presidente de Bankia, para comenzar a sanearla? ¡Contratar a dos nuevos directivos! ¿Y lo más jocoso de la situación? Que José Sevilla y Antonio Ortega podrán cobrar, según establece la reforma financiera de Luis de Guindos, hasta 300.000 euros anuales. Si esto no es esperpento, que baje Valle-Inclán y lo vea.

lunes, 7 de mayo de 2012

Para Bankia sí hay dinero

Hace apenas dos horas que Rodrigo Rato ha presentado su dimisión de la entidad española Bankia, y la polémica no ha hecho más que asomar la punta de un inmenso iceberg.


- Rodrigo Rato dimite tres meses después de que su sueldo disminuya de 2,3 millones de euros anuales a 600.000 euros anuales. Es decir, el sueldo de Rodrigo Rato disminuiría un 75% en 2012 con relación a 2011.


- Rodrigo Rato demuestra en su dimisión su pasado en el Partido Popular, ya que ha anunciado su dimisión mediante un comunicado. Ni rueda de prensa, ni preguntas, ni periodistas.


- Rodrigo Rato dimite ensalzando su labor en Bankia, echándose flores porque la entidad ha obtenido 309 millones de euros de beneficios en 2011. En su comunicado ensalza también la salida a bolsa de la antigua Caja Madrid, que supuso un "reforzamiento patrimonial de más de 3.000 millones de euros". Es decir, los beneficios de la entidad suponen el 10% del capital que gastaron los nuevos inversores.


- Rodrigo Rato propone a José Ignacio Goirigolzarri-antiguo consejero delegado de BBVA- para sucederle en Bankia. Goirigolzarri se ha mantenido fuera de las altas esferas financieras desde 2009, año en que abandonó BBVA tras pactar una pensión vitalicia de tres millones de euros anuales. Según la reforma financiera llevada a cabo por el actual Gobierno de España, estos tres millones de euros serían compatibles con los 600.000 euros anuales que presumiblemente percibiría Goirigolzarri como director de Bankia.


- Rodrigo Rato dimite de Bankia justo cuando la entidad se encuentra en el ojo del huracán, ya que de las financieras españolas es la que más activos tóxicos posee, y necesita entre 5.000 y 7.000 millones de euros para efectuar su saneamiento.


- Rodrigo Rato dimite de una entidad que se estima que posea unos 31.800 millones de euros en activos tóxicos -y aún así ensalza su labor por haber obtenido 309 millones de euros de beneficios en 2001-.


- El Gobierno de Mariano Rajoy, ante la crisis que ha desatado en Bankia la dimisión de Rodrigo Rato, está ultimando una inyección de 8.000 millones de euros a la "entidad de los activos tóxicos".


- El Gobierno de Mariano Rajoy anunció hace apenas un mes un recorte de 10.000 millones de euros, que se tradujo en una reducción en las partidas para sanidad -3.000 millones- y educación -7.000 millones-. Este recorte va acompañado del copago farmacéutico, aumento de alumnos por clase y subida de tasas universitarias de hasta el 66%.




CONCLUSIÓN: Para el Gobierno de Mariano Rajoy, es más importante salvar a una de las entidades que más se ha lucrado con la burbuja inmobiliaria -y que en peor situación se encuentra por ello- que la educación de los españoles, ya que la inyección a Bankia es 1.000 millones de euros superior al último recorte en educación. Menos mal que el Partido Popular es el "partido de los trabajadores".