viernes, 4 de enero de 2013

Tenemos Rato para rato

Cuando la desvergüenza no tiene límites, cuando los sentidos se adormecen, cuando las clases medias se alienan bajo el pretexto del miedo a un futuro peor, cuando la casta política es dueña y señora de la administración pública y la empresa privada a la vez, cuando la justicia es marioneta inoperante al servicio de los poderosos (ahora, los que tenemos recursos limitados no podremos acceder a ella), cuando la vejación del Estado del Bienestar se consuma argumentando su defensa, y cuando el escándalo político repercute únicamente en las portadas de los periódicos (y si acaso), nos encontramos ante un sistema anacrónico y moderno a la vez.

Son varias las veces que he escuchado la teoría de que, actualmente, asistimos a una auténtica revolución social, pero desde arriba. Son los políticos, banqueros y empresarios los que, con fervor, y con la excusa de una crisis que ellos mismos crearon, defienden unos cambios institucionales cuyo fin último es la legitimación y persistencia del modelo económico actual. Y les estamos dejando.

No voy a adentrarme en batallas doctrinales sobre algo de lo que ya advirtió Karl Marx hace siglo y medio: "El capitalismo cava su propia tumba". El modelo económico está, ciertamente, en vías de extinción, y la variación a la que estamos asistiendo es una regresión temporal al Antiguo Régimen, traducida en la optimización de beneficios empresariales (¡y personales!) a través de precarización laboral, disminución de salarios y crecimiento de una idea difusa que en la realidad tiene multitud de nombres y apellidos: exclusión social de los más débiles.

Simplemente voy a hacer una observación que en realidad no considero ni siquiera política, sino que la estimo encuadrada en el sentido común: ¿por qué seguimos permitiendo que los políticos, tecnócratas, banqueros y empresarios siempre lo dejen todo "atado y bien atado"? ¿Qué hace falta para hagamos efectiva la máxima democrática (gobierno para el pueblo)?

Como una piedra me ha dejado la gran noticia de hoy: Rodrigo Rato ha fichado como consejero asesor para Telefónica en Europa y Latinoamérica. ¡Rodrigo Rato! El mismo que presidía Bankia cuando tuvo que ser intervenida por el Estado Español con más de 23.500 millones de euros, el mismo que meses antes había dicho que el beneficio de la entidad era de aproximadamente 300 millones de euros, el mismo que, casualmente, era Vicepresidente segundo del Gobierno de Aznar y ministro de Economía y Hacienda cuando Telefónica se privatizó...

Lo de dejarlo todo "atado y bien atado" es una expresión que se atribuye al Generalísimo, relativa a los deseos continuistas de Franco cuando veía al encapuchado de la hoz acercarse. En principio, nos han hecho creer que la dictadura es pasado, que no todo se "ató y bien ató" y que vivimos en una democracia madura. Sin embargo, la Transición Española comienza su andadura por trigésimo octavo año consecutivo. Al régimen de Franco le ha pasado lo que le pasa a la energía: ni se crea ni se destruye, se transforma. 

La misma oligarquía caciquil que gobernaba en  España durante la Restauración Canovista, que se adaptó a la dictadura de Primo de Rivera, que se molestó con la II República y se alzó en su contra provocando una Guerra Civil, es la misma oligarquía caciquil que gobierna España en pleno siglo XXI. Podrá tener diferente rostro, pero eso se debe exclusivamente a que ahora son sus hijos y nietos los que gobiernan (unos se hacen estatuas en aeropuertos fantasmas, otros les dicen a los parados "que se jodan", y en esas estamos). Ahora son los herederos de la podredumbre política larvada a lo largo de siglos los que, en aras de la libertad -económica- y como "grandes demócratas" nos siguen dando lecciones sobre quién manda aquí, y sobre cuál es nuestro sitio.

Rodrigo Rato, uno de los máximos artífices de la privatización de Telefónica (o, al menos, uno de los máximos testigos) ficha por la multinacional cuando, casualmente, su imagen pública está más que deteriorada, y cuando su labor como gestor es más que cuestionable. Sin embargo, ahora dará "consejos" a la dirección de Telefónica en las regiones de Europa y América Latina. 

Una de las características más representativas de la Restauración Canovista y de las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco era el enchufismo desarrollado a través de los caciques por toda la geografía española, un amplio intercambio de favores políticos a cambio de favores económicos o de otra índole. Se ve que Rodrigo Rato debió hacer muchos amigos en Telefónica cuando era ministro de Economía y Hacienda. Se ve que Rodrigo Rato debió hacer muchos amigos cuando formaba parte del mismo Gobierno que privatizó Telefónica.

1 comentario:

  1. un humilde lector4 de enero de 2013, 12:35

    El comportamiento de Rato en el caso Bankia se deberia estudiar bien a fondo y en caso de haber cometido algun tipo de delito tendria que ser juzgado (teniendo en cuenta que tenemos una justicia de pandereta) y no deberia ocupar ningun cargo publico mientras, pero se nos olvida que Telefonica es una empresa privada que puede contratar a quien quiera.
    Y seamos realista, la privatizacion de telefonica no es una idea surgida de el gobierno de Aznar o de las cabezas pensantes del PP, la idea surgio de las cabezas pensantes del gobierno socialista de Felipe Gonzalez que lo dejo todo atado y bien atado para privatizar la empresa mas importante de España, pero teniendo en cuenta que era una sujerencia (orden implicita) de la Comunidad Economica Europea para que segun ellos el mercado de las telecomunicaciones se abriera a nuevas empresas.
    Un humilde lector

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